La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) reconocen los avances realizados por los países de las Américas para cumplir con los compromisos asumidos en la Declaración sobre Migración y Protección de Los Ángeles, que fue adoptada en la IX Cumbre de las Américas, en junio del año pasado, en Los Ángeles. Al propio tiempo, ambas organizaciones advierten que aún queda mucho por hacer para superar los desafíos sin precedentes enfrentados por las personas migrantes y refugiadas, así como por las comunidades y los países de origen, tránsito, destino y retorno en las Américas.
Los países que apoyaron la Declaración de Los Ángeles se comprometieron a potenciar los esfuerzos nacionales, regionales y hemisféricos por generar condiciones que permitan migraciones seguras, ordenadas, humanas y regulares; asimismo, se comprometieron a fortalecer los marcos para la protección y la cooperación internacionales.
Desde entonces, los gobiernos de la región han ejecutado importantes iniciativas, como la ampliación de los programas de reasentamiento, de los esquemas de reunificación familiar y movilidad laboral, y de otras vías seguras y regulares para brindar protección y facilitar la migración hacia Estados Unidos u otros países. Asimismo, mecanismos como el Proceso de Quito, la Conferencia Regional sobre Migraciones y la Conferencia Sudamericana sobre Migraciones han creado y multiplicado sinergias.
OIM y ACNUR aplauden estos esfuerzos de colaboración regional y responsabilidad colectiva. Sin embargo, la ampliación de los programas de reasentamiento para personas refugiadas y de otras vías regulares para personas migrantes no puede reemplazar la responsabilidad que tienen los Estados de otorgar a las personas el acceso a sus territorios y a los procedimientos de asilo pertinentes.
Por otra parte, en los países en América Latina y el Caribe, que siguen acogiendo al mayor número de personas desplazadas en las Américas, es importante brindar asistencia humanitaria vital y garantizar un apoyo sostenido para la plena inclusión socioeconómica de estas personas.
Millones de personas migrantes y refugiadas de Venezuela, por ejemplo, se han beneficiado de los procesos de regularización en diversos países de América Latina y el Caribe. Por lo tanto, resulta esencial extender iniciativas como esta a personas de otras nacionalidades, ayudar a proteger sus derechos humanos, y brindar estabilidad y soluciones a quienes de otra manera podrían encontrarse en situación de movilidad humana.
En este sentido, los actores del desarrollo y las instituciones financieras internacionales desempeñan un papel de suma importancia. Sus contribuciones, que incluyen financiamientos y préstamos para el desarrollo de infraestructura esencial y necesaria, ayudan a fortalecer los servicios nacionales, incluso en favor de las comunidades de acogida, permitiéndoles superar la eventual sobresaturación por la demanda adicional que supone la llegada de personas refugiadas y migrantes.
Responder a los movimientos mixtos de personas refugiadas y migrantes requiere un enfoque que considere la complejidad de las rutas que se toman y que se centre en los países de origen y tránsito, así como en los países de destino final. Los desafíos que supone la movilidad humana en las Américas requieren de una estrategia hemisférica coordinada que se base en la solidaridad y la cooperación internacional, según se precisa en la Declaración de los Ángeles.
OIM y ACNUR continuarán colaborando con los Estados, los procesos consultivos regionales, la sociedad civil, y las personas refugiadas y migrantes para alcanzar esta visión integral, de acuerdo con el Pacto Mundial sobre los Refugiados, el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, y la Declaración sobre Migración y Protección de Los Ángeles.